Conclusión: Una difícil transferencia de poder

Todas las organizaciones de noticias, ya sean las editoriales más tradicionales o las más jóvenes, comparten ahora una necesidad estratégica de pensar en su salud futura, que ya está vinculada a plataformas de terceros. Las decisiones y los recursos de las salas de prensa se orientan cada vez más hacia las necesidades de las plataformas externas; desde el encargo de perseguir noticias hasta la integración en una amplia variedad de estándares técnicos.

A pesar de las nuevas oportunidades y los modelos de publicación ofrecidos por la gran variedad de plataformas, la mayoría de las agencias de noticias no han conseguido un retorno de la inversión estable. Los editores han sido escépticos públicamente a la hora de invertir en estrategias en las plataformas, pero nuestros datos muestran que no hay vuelta atrás en el camino hacia una rápida convergencia. Esto es preocupante para las editoriales pequeñas y medianas, particularmente a nivel regional y local, que sienten que el nuevo paradigma las discrimina.

Facebook domina ahora las conversaciones entre los editores de noticias por el tamaño de su audiencia y su cuota de mercado de publicidad móvil, pero muchos están decepcionados por el retorno inicial de formatos como Instant Articles. El escándalo de «noticias falsas» alumbrado después de las elecciones ha llevado a Facebook a buscar mejores relaciones con las editoriales profesionales en lugar de retirarse del mercado. También ha llevado a Mark Zuckerberg a usar el “Día de los Presidentes” para agradecer a todos los periodistas su trabajo en una publicación de Facebook que lo muestra a él y a su esposa Priscilla en pie y delante de las oficinas del Selma Times-Journal.

La actual progresión de los editores hacia el universo de los medios sociales está creando dos tipos de organizaciones de noticias: una que mantiene y desarrolla su propia presencia, suscripciones y sitios de destino, y otra donde la publicación deja de ser la actividad utilizada para mantener el periodismo.

Tony Haile, el ex director ejecutivo de la compañía de análisis editorial Chartbeat y ahora fundador de Scroll.com, describe esta progresión:

«Hay dos rutas para los editores. Una es aceptar que están en el negocio publicitario pero… La cuestión del control se ha desplazado a las plataformas y, por lo tanto, el punto donde se acumulan los márgenes también ha cambiado. En ese caso, los editores tienen que deshacerse de la mayor parte de sus costos como sea posible y asumir la mentalidad y la forma de un proveedor a gran escala con bajo costo y bajo margen. O, si deciden que desean más un margen que una gran escala, necesitan planificar un futuro no publicitario con múltiples flujos de ingresos (no sólo el modelo de acceso)… Los ingresos totales podrían ser menores pero el margen podría ser mayor.

El desafío para los editores es una falta de voluntad general para tomar decisiones difíciles… Están entremedias, tratando de optimizar ambas rutas, lo que significa no optimizar ninguna».

¿Qué aspecto puede tener el periodismo si la publicación deja de ser la principal actividad de las organizaciones que lo financian?

NowThis News carece de página de inicio que sirva otra función que no sea redirigir a los usuarios a la red social. Su producción se consume por completo a través de la red, y es muy ligera en contenido periodístico original. Reuters y Associated Press nunca han publicado como principal modelo de negocio, pero se han apoyado en otros que si lo hicieron. Lo mismo ocurre con las nuevas organizaciones sin fines de lucro como ProPublica y el “Consorcio Internacional para el Periodismo de Investigación”. BuzzFeed puede estar apuntalando su propio sitio web, pero su principal actividad económica es la de una agencia de publicidad, con las noticias cuidadosamente separadas como una división autónoma diferente. El objetivo de CNN es ser «el número uno en noticias de video en móviles», y ya ha implementado una estructura que la aleja de la emisión y la acerca a producir historias multivariantes para decenas de plataformas.

Google, Apple, Facebook, Snapchat, Twitter, incluso en menor medida otras compañías de plataforma como LinkedIn o el propio YouTube de Google, son editores y la mayoría han comenzado a desarrollar equipos y estrategias que se centran en la promoción del periodismo. Por ejemplo, LinkedIn ha anunciado recientemente una sección de temas en tendencia al estilo Facebook.

Sin embargo, esta rápida e implacablemente lógica progresión hacia un resultado impulsado por el mercado no nos ha permitido tiempo suficiente para calibrar las consecuencias de esta transferencia de dinero, función e influencia entre la prensa y las empresas de tecnología. A Facebook le ha costado catorce años desde el momento que surgió en un dormitorio hasta convertirse en la que es potencialmente la sala de redacción más importante del mundo. Emplean sólo a un puñado de personas enfocadas al periodismo, pero ninguna de ellas lo practica.

Y sin embargo, las plataformas son incapaces de situar un cortafuego entre sus propias actividades y el periodismo. Napster habría aplaudido el fallecimiento de EMI, pero Facebook, Google y Apple tienen una necesidad instrumental de por lo menos aparentar estar protegiendo el periodismo y la libertad de expresión.

Cualquier deseo de ayudar a la viabilidad del periodismo, por muy bien motivado que esté, se topa con el diseño y las estructuras de incentivos de las plataformas. Hasta que se modifiquen o hasta que haya un esfuerzo para delinear e incentivar material de alta calidad, las plataformas sociales seguirán socavando, y no sosteniendo, el buen periodismo.