Impedimentos estructurales: economía e ideología

El impulso reciente para desarrollar herramientas capaces de señalar desinformación junto con las campañas de alfabetización digital son iniciativas importantes y señalan que las empresas de plataforma están comenzando a involucrarse en problemas que durante mucho tiempo han evitado. Estos esfuerzos marcarán una diferencia tangible en la calidad de la información compartida en las plataformas digitales y ayudarán a los ciudadanos a comprometerse responsablemente con la información falsa que va a recibir siempre. Pero estas iniciativas están limitadas por su desapego de los problemas estructurales inherentes al ecosistema de la plataforma. A saber, el dominio cercano de la ideología del Silicon Valley, el pernicioso efecto de la economía adtech y la opacidad de la automatización.

En respuesta, es importante que el periodismo se comprometa seriamente con cuatro cuestiones clave.

Cómo informar sobre un sistema de poder, si el periodismo está incrustado en él

Silicon Valley ha estado dominado durante mucho tiempo por la pretensión de que las herramientas y plataformas que construyen fortalecen a los individuos. Pero el principio de cómo estas mismas empresas han ganado dinero es vendiendo datos sobre el comportamiento de sus usuarios. Cuando Mark Zuckerberg propone «Construir la Comunidad Global» en Facebook, también está contemplando la expansión de una de las compañías más grandes del mundo.

Simultáneamente, en la medida que muchas compañías de tecnología mueven sus negocios hacia áreas de regulación federal (aeroespacial, automotriz, telecomunicaciones, seguridad nacional), estas trabajan cada vez más en estrecha colaboración con el gobierno y bajo su directa supervisión.

La consecuencia es que un pequeño número de empresas tienen un control significativo sobre la prensa libre y las áreas que el periodismo cubre tradicionalmente. Esta tensión fatiga la viabilidad del periodismo de rendición de cuentas, en particular el trabajo que se centra en someter a escrutinio el poder del gobierno y de las corporaciones. Este trabajo requiere un grado de independencia que es difícil de imaginar en un mundo en el que la función editorial de la prensa ha sido subsumida bajo varias compañías de grandes plataformas.

¿Cómo puede el periodismo responsabilizar a los nuevos nodos del poder cuando dependen de ellos para su distribución, audiencia y dinero?

Fijación de incentivos para el periodismo en la web social

En las plataformas, todo el contenido se atomiza en categorías monetizables (anuncios, contenido patrocinado, actualizaciones personales, etc.) y se compra y se vende de la misma manera. No hay ninguna prima por la calidad de la información, sólo por la escala. Es más, como Facebook ya dice a los anunciantes, el comportamiento de sus audiencias puede ser moldeado por la información que se muestra, y lo mismo es cierto para la influencia política. Los intereses de las grandes empresas de tecnología están impulsando una tendencia hacia una mayor atomización y automatización, que son difíciles de conciliar con el papel del periodismo como un bien social.

Si quiere conservar la independencia, es evidente que las agencias de noticias necesitan encontrar modelos de financiación que funcionen independientemente del ecosistema de las redes sociales. Esto puede significar aprovechar las plataformas como una herramienta para alcanzar y capturar la atención de las audiencias, pero sin confiar en ellas para monetizar su contenido. También podría suponer un gran reequilibrio de la financiación para el periodismo, similar al apoyo público que recibe el periodismo en muchas otras democracias. Podría decirse que América necesita una intervención radical del mercado similar a la que realizó el Gobierno del Reino Unido en 1922 cuando publicó una Carta Real y estableció la BBC. Dadas las realidades políticas actuales, una opción más viable podría ser que las propias compañías de plataformas colaboren para financiar tal empresa.

Resolver la dificultad de editar a gran escala:

Las plataformas se basan en algoritmos porque deben funcionar a gran escala.

El problema es que mientras el juicio humano puede filtrar fácilmente una noticia obviamente falsa, es mucho más difícil hacerlo para un algoritmo. Hay formas de delinear diferentes tipos de contribuciones o información – como las insignias verificadas en Twitter o Google PageRank. Facebook está reclutando sitios de verificación de hechos de terceros para marcar noticias, y avanzar hacia una mayor intervención editorial en Trending Topics. Esto representa un trato con del diablo para el periodismo – otorgar a las plataformas más poder discrecional sobre el ecosistema de la información, pero perdiendo el control como intermediario.

Hay otro riesgo en la búsqueda de soluciones algorítmicas – la restricción automatizada de la libertad de expresión. Tal como Jonathan Albright, profesor asistente de comunicaciones en la Elon University, arguye:

«La era siguiente en las guerras de información probablemente resultará en la aparición del filtro aún más omnipresente: Posiblemente se normalizará la eliminación de puntos de vista que están en conflicto con los intereses establecidos… En la próxima década, los filtros inteligentes impulsados por IA desarrollados por compañías tecnológicas sopesarán la legitimidad de la información antes de que la audiencia tenga la oportunidad de determinarla por sí misma».

Esta restricción de la libertad de expresión podría provenir de gobiernos que obligan a modificaciones algorítmicas, de la compra de audiencias en plataformas por parte de organizaciones, o de compañías de plataforma que modifican sus algoritmos por cualquier razón que consideren apropiada. Aún así, la naturaleza opaca de este filtrado presenta un desafío a la función cívica del periodismo en una sociedad democrática.

La respuesta en última instancia puede requerir no simplemente soluciones algorítmicas, sino una re-imaginación del papel del periodismo en el ecosistema de la información. Como ha señalado Ethan Zuckerman,

«Necesitamos trabajar más duro en la construcción de medios de comunicación que nos empujen a ver diferentes perspectivas y nos ayuden a entender la compleja realidad política en la que vivimos. La respuesta no es luchar contra las noticias falsas, lo es construir noticias con amplitud, con medios que nos ayuden a entender gente con la que no estamos de acuerdo y personas a las que rara vez escuchamos».

Estos tipos de espacios cívicos requerirán soluciones humanas, así como algorítmicas.

El papel de la política pública y la regulación:

Tim Berners-Lee sugirió en una carta abierta reciente que los principios sobre los cuales se construyó la World Wide Web hace 28 años están hoy amenazados por la pérdida de datos personales, la propagación de desinformación y la evolución de la publicidad política. Para combatirlos, propone que se requerirán esfuerzos para proteger la privacidad personal, para construir sistemas alternativos de pago y para combatir la vigilancia gubernamental. Hay un fuerte argumento a favor de una mayor transparencia algorítmica y una mejor regulación de las campañas políticas, sostiene Berners-Lee. En resumen, los negocios de plataforma actual necesitan restaurar los valores de la red abierta en sus modelos de negocio.

Muchas de estas ideas pueden requerir el compromiso del gobierno, una idea que se ha demostrado anatema en los EE.UU., a pesar de una larga historia de regulación de los medios estatales. Este es sin duda el camino que siguen otros países. Las iniciativas propuestas en la UE, en Alemania y en Canadá harían retroceder los mercados abiertos de las plataformas dominantes y, en algunos casos, obligarían a las compañías de plataformas a ser financieramente responsables de la propagación de desinformación en sus plataformas.

También podría ser que veamos una nueva generación de juicios antimonopolio, a medida que las grandes compañías de plataforma entran en segmentos de mercado más amplios y se expanden globalmente.

Sólo cuando las prácticas comerciales dañinas se desmadran, como en el caso de los vendedores de “aceite de serpiente” de principios del siglo XX, ha intervenido la ley en el pasado para regular los medios de comunicación de EE.UU. Los cambios audaces han venido de la mano del mercado – y, en los últimos veinte años, por las compañías de Silicon Valley que hemos enfocado en nuestra investigación, casi por completo. Sin embargo, al llegar el momento en el que fluyen las relaciones, estructuras, normas y reglas que rodean la atmosfera de las noticias, tenemos la oportunidad de preguntar qué tipos de intervenciones privadas, filantrópicas o públicas son posibles.

Como sostiene el columnista Tom Edsall del New York Times, este tipo de reformas sustantivas pueden ser necesarias para asegurar una tecnología que sirva a la democracia, en lugar de socavarla.