La tercera ola del periodismo

Las redes sociales han supuesto uno de los mayores trastornos sobre el periodismo en la historia de la industria.

Durante la primera fase de desarrollo de la red en las salas de prensa – que se extendió aproximadamente desde el advenimiento de la Internet comercial en 1994 a la generalización de disponibilidad de banda ancha en 2004 – la principal preocupación entre las agencias de noticias era cómo transferir productos impresos a Internet. En muchas de las organizaciones tradicionales latía una profunda incertidumbre en torno a este cambio, pero más allá de eso existía la esperanza de que se podría construir un nuevo ecosistema digital basado en los valores tradicionales, donde los métodos del periodismo serían relevantes para los nuevos modelos de financiación e ingresos que apoyaría, e incluso innovaría, las responsabilidades básicas y las funciones cívicas de la prensa libre.

La década siguiente trajo la posibilidad de publicar material multimedia en cualquier lugar gracias a la disponibilidad de tecnologías de banda ancha y Web 2.0. La posibilidad de un periodismo interactivo, comentarios sobre artículos, podcasting y crowdsourcing ofrecían oportunidades emocionantes para el periodismo. Pequeños sitios como Homicide Watch DC ganaron premios por demostrar el poder de usar bases de datos para construir y contar historias con tan solo un equipo de dos personas. Los periodistas colaboraban para crear herramientas completamente nuevas, como el Document Cloud, un sitio web donde almacenar documentos públicos. Con el lanzamiento en 2007 del primer iPhone las oportunidades para llegar a nuevos públicos crecieron aún más.

La aparición de Internet, y los principios de la web abierta que inicialmente sostuvo su éxito, sustrajo el control de la información de las manos de unos pocos, transfiriéndolo a los muchos. Era, en su esencia y en su diseño, una tecnología democratizadora.

Durante ese mismo período se produjo en los EE.UU una explosión de nuevos sitios web y servicios digitales. Comenzando por entes con enfoque nacional como Huffington Post, ProPublica, Business Insider, Quartz, BuzzFeed y docenas de otros, pasando por innovadores locales como The Texas Tribune, Patch, Deseret News y otros, hasta las grandes organizaciones herederas del legado periodístico como CNN, BBC, The New York Times y The Washington Post, el sector se mantuvo en un estado de constante revolución, con diversos grados de éxito.

Este período trajo consigo un tremendo nivel de experimentación, pero aun así las finanzas proyectaron una alargada sombra. Durante gran parte del siglo XX, el periodismo había sido mantenido por medio de tres fuentes principales de ingresos: los anuncios clasificados, la publicidad y suscripciones. Todos los cuales fueron menoscabados por Internet: los primeros fueron alterados por Craigslist y Google, respectivamente, y la realidad demostró que conseguir suscripciones a productos digitales era difícil. Estas tres tendencias se exacerbaron entre sí: la transición digital necesaria y la experimentación se estancaron por el declive de la cada vez más escasa, pero todavía significativa, circulación de papel impreso y los ingresos que generaba.

Esto no sólo redujo el coste de los anunciantes y los ingresos de los editores, sino que también rompió la integración vertical de la industria, que garantizaba el acceso a las audiencias mediante caros y privilegiados sistemas de distribución. En la web abierta, los atributos que en tiempos unían a la industria – la similitud de métodos de producción de un grupo relativamente pequeño y coherente de negocios, y la incapacidad de cualquier operador fuera de ese grupo para producir un producto competitivo – ya no estaban presentes.

Esta mutación paralela tanto en la producción como en la financiación de las noticias resultó perjudicial para las agencias de noticias establecidas, pero aun así fue defendida por muchos como una evolución positiva en el ejercicio del periodismo. En última instancia, se alinearon tanto la estructura cívica de Internet como el objetivo cívico del periodismo.

Ahora estamos experimentando una tercera ola de cambio tecnológico, definida por la transición de los ordenadores de escritorio a la pequeña pantalla del teléfono inteligente y el desarrollo de una red móvil privatizada que encierra y monetiza la promesa de una red abierta. Los principios de la red abierta, prometedores tanto para los ciudadanos como para los periodistas, han cedido el paso a un ecosistema dominado por un pequeño número de compañías de plataformas digitales que ejercen una tremenda influencia sobre lo que vemos y conocemos. El Internet que vemos hoy, controlado en gran medida por dos a tres compañías, está lejos de la red abierta de Tim Berners-Lee.

En los últimos dos años, la integración entre el negocio de noticias y las plataformas sociales como Facebook, Twitter, Snapchat y Google se ha acelerado. A nivel mundial hay más de 40 sitios de redes sociales y aplicaciones de mensajería diferentes a través de los cuales los editores de noticias pueden llegar a segmentos de su audiencia. Facebook opera a una escala nunca vista: ningún editor de la historia del periodismo ha disfrutado jamás del mismo tipo de influencia sobre el consumo de noticias en el mundo.

La agregación del poder de publicación es el indiscutible responsable del masivo recorte en los ingresos de instituciones periodísticas. Según Pew, Verizon, Twitter, Yahoo, Google y Facebook se llevaron más del 65 por ciento de todos los ingresos de publicidad digital en 2016. Digital Content Next informó que el 90% del crecimiento en los ingresos de publicidad digital en 2015 fue para Facebook y Google. Este cambio no fomenta la confianza en la idea de que el entorno cerrado de las plataformas es beneficioso para la salud del periodismo a largo plazo, sin un esfuerzo por parte de las empresas tecnológicas para conseguirlo.

La influencia de estas empresas sobre el intercambio de información con frecuencia viene dictada por sistemas socio-técnicos opacos, a su vez impulsados por incentivos que son de interés privado, antes que público.

Mediante este informe, deseamos iluminar el proceso de convergencia entre editores y plataformas, utilizando para ello más de 70 entrevistas realizadas en el último año tanto como el análisis de contenido realizado durante cuatro semanas. (Ver Apéndice I para más información sobre nuestra metodología). También organizamos dos mesas redondas privadas, con más de una docena de participantes en cada una de ellas: una centrada en académicos e investigadores y algún aspecto de su relación con los medios, y otra con los directores de medios sociales de agencias de noticias con diferentes modelos de negocio. Hemos concentrado nuestra investigación y este informe (con su timeline en el apéndice) en las plataformas que más se utilizan y que tienen el mayor impacto sobre las agencias de noticias.

Noticias falsas, burbujas filtro, la «sociedad de la post-verdad», y el declive de la confianza en los medios de comunicación dominan el debate público. Todas estas cuestiones son vicarias de la cuestión fundamental: ¿cómo el mundo de las noticias y la información ha sido perturbado por el cambio tecnológico? Este informe es nuestra contribución a una mejor comprensión de ese cambio.